viernes, 25 de marzo de 2011

Multifacético


Por Ariel Dobry

Ese día Luis se despertó poco después de la madrugada. Algo lo preocupaba desde hacía unos días, pero no podía identificar de qué se trataba. Sentía una leve molestia en la boca del estomago. Un sentimiento que desde hace algunos años había decidido llamar angustia. Pensó que hacia un tiempo que no tenía sexo y que no le vendría nada mal una noche (tarde o mañana) de lujuria. Sin embargo descartó que esa pudiera ser la causa de su malestar, era algo más de adentro, pensó. La luz de la primavera que recién empezaba, se colaba en su habitación y le transmitía una amplitud y una tranquilidad que contrastaban con su disputa interior. Decidió encarar el día rescatando sus ganas y tratando de correr los nubarrones que lo ennegrecían. Preparó su desayuno y se lo sirvió en la mesa del patio, de esa forma los olores y los sonidos del exterior podrían ayudar a pacificarlo. Mientras giraba en su mundo de pensamientos, entro Laica su perra, reclamando su paseo matinal. Pensó que una vuelta por el barrio también le haría bien, y entonces se sacaron a pasear mutuamente, él y su perra.
Mientras caminaba alrededor de la plaza sintió el fresco de la brisa matinal. Le gustó el roce sobre su cara y sus brazos. Lo hacían sentir más vivo, menos urbano, más natural. Saludó a los parroquianos que veía casi todas las mañanas e intercambió unas palabras con el vendedor de diarios, el mundo explotaba en la tapa de los diarios de la mañana.
Volvió a su casa, juntó papeles dentro de su portafolio, y salió para la oficina. Antes de entrar al instituto inspiro por última vez el aire de la brisa matinal. Al entrar a la oficina, la luz tenue que apenas se colaba por la ventana semi-cerrada y el desorden sobre su escritorio, le devolvieron un olor a rutina y mediocridad que volvió a afectarlo. Saludo a Marcelo y a Jorge sus colaboradores, intercambió ideas con algunos estudiantes en la oficina de al lado y se sumergió en la computadora a revisar mails. Contestó algunos mensajes cuya respuesta le pareció imprescindible. Revisó trabajos recientes en su área de investigación y se detuvo un buen rato revisando un artículo que había empezado a escribir para explicar su trabajo a un lector no iniciado en el tema. A media mañana volvió a sentir que algo lo aprisionaba, pensó que estaba perdiendo el tiempo, que lo que debía hacer era retomar el estudio de las muestras que había dejado sin terminar la tarde anterior, dejo entonces la computadora y bajo al laboratorio.
Mientras ordenaba su trabajo, golpearon la puerta, era la hora de almorzar con sus compañeros. Un poco ansioso por no haber podido avanzar como hubiera querido, decidió distraerse un poco durante el almuerzo. La realidad nacional y sobre todo, chistes referidos a sexo, acompañaron su sándwich. Mientras terminaba de almorzar sonó su celular, era Ana su pareja desde unos meses atrás. Charlaron alegremente sobre el recorrido que habían tenido sus días y acordaron encontrarse a la tardecita para tomar algo. Una luz de alegría se prendió en Luis. Quizás sus ganas de la mañana se materializarían por la noche. Vamos a ver, pensó, y no quiso ilusionarse demasiado.
Por la tarde su día se presento más apacible. Pudo analizar con detalles las muestras que había preparado, tomar nota en su cuaderno de lo que iba observando en el microscopio y separar las muestras que parecían anómalas. Algunas primeras conclusiones de su trabajo comenzaban a asomársele como especulación. A las cinco de la tarde, agotado de su trabajo y sintiendo el efecto de su mal dormir, decidió terminar su jornada laboral. Volvió a su casa, tomó un café con tostadas y se cambió para ir a correr al parque. Mientras lo hacía, sus pensamientos giraban sobre algunas ideas en un ida y vuelta que acompañaban sus giros en el parque. Sus resultados de la tarde lo llevaban a especulaciones osadas que lo divertían, el trabajo que escribía lo desafiaba a la simplicidad en su mundo aparentemente complicado, siempre le había gustado este subir y bajar, el esfuerzo de hacerse entender. Siempre creyó que esta apuesta era un aprendizaje fascinante y que era parte del trabajo que hacía, cuando lograba comprender un problema estaba en condiciones de contarlo, tanto a un colega como a algún otro corredor del parque que quisiera escucharlo. Lo mismo le ocurría con las conclusiones que sacaba de sus charlas políticas. Aclarar una idea, definir una posición propia sobre un problema lo completaba. Hacía varios días que sus pensamientos giraban sobre su falta de tiempo, o sobre sus distracciones y esto lo aturdía para pensar en simultáneo de trabajo, política, sexo o amor. Esto es lo que hacía ahora que estaba corriendo en el parque, sin condicionantes, sin ventanas casi-cerradas, sin laboratorio esperándolo.
De vuelta en su casa se relajó un buen rato mirando la televisión, tratando de no pensar en nada. Trabajo arto difícil para Luis. Luego se cambió seleccionando con algún cuidado su atuendo de la noche y salió al encuentro con Ana. En el bar donde se encontraron se prendía la noche primaveral, se sentaron en las mesas de afuera. Ana estaba fresca y radiante. No pudo disimular mientras miraba su escote. Luis se mostró jocoso y divertido, no había rastros de su angustia. No tapaba lo que sentía, trataba de transformarlo, quizás para entenderlo, quizás para sacárselo de encima. Sin proponérselo conscientemente, Luis desplegó todas sus estrategias de seducción, se mostró alegre y amable, alabador pero no pegajoso, sus gestos que otras veces trataba de ocultar lo mostraban entre niño juguetón y hombre al asecho de la dama. Ana acepto ir a su casa y compartir la noche con Luis.
Después de una sesión extensa y placentera de amor, Luis se quedo dormido. Lo sobresaltó al rato una visión, soñaba con una cara, quizás la suya. Pero en realidad era una cabeza con varias caras a su alrededor, caras alegres o serias, pero una cara lo asusto era la cara frontal, tenia rasgos duros y alargados, casi parecía un monstruo. Luis abrió un segundo los ojos, abrazó a Ana y una palabra logró tranquilizarlo. Multifacético pensó y se quedo nuevamente dormido.

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